La pluma

29/9/2020 Entra por la ventana (estoy en un primer piso sobre planta baja) una pluma de pájaro traída por la brisa. Limpia e intacta, como recién desprendida del cuerpo del pájaro. Ha venido a posarse a mis pies, frente a la silla en la que yo estaba sentado leyendo un libro. La ventana da al patio de recreo del instituto, en el que en ese momento juegan decenas de chiquillos, lo que basta para mantener alejados a los pájaros de diferentes especies que a otras horas se refugian allí, a cubierto de los vientos que azotan el paseo marítimo. El pájaro del que procede la pluma -que más bien parece plumón, porque es corta y tiene el característico aspecto algodonoso del plumaje que cubre el cuerpo del animal, en constraste con las plumas largas y firmes que sustentan el vuelo- debía de hallarse en una de las cornisas y cabe pensar incluso que procediera de algún polluelo. ¿Es normal que pierdan una pluma por las buenas? ¿Cabe imaginar algún fatídico percance -aunque aquí, que yo sepa, no ha