El alma

29/10/2020 Salgo a la calle después de los cinco días de inmovilidad prescritos para mi fascitis de talón. Siento alguna molestia al apoyar el pie, pero no sé si se debe a la lesión de marras o al entumecimiento tras tanto tiempo de inacción. Extraño también la mascarilla: si por algo agradece uno la reclusión, es por no tener que usarla. He ido a comprar un sobre para enviar una acuarela; y, cuando escribo la dirección sobre el mostrador de la propia papelería, ante la mirada intrigada de la dependienta, noto que me resulta difícil por la limitación del campo visual que supone el molesto adminículo facial. Parece broma, pero lo peor de la mascarilla no es que dificulte respirar, sino que dificulta todo lo demás también: la visión, desde luego, pero uno diría que también la audición, aunque esto último no sé muy bien cómo explicarlo, En todo caso, si algo demuestra este molesto experimento social, es que los sentidos son un continuum , como dicen algunos filósofos y poetas, y creo que