Boxing Day





26/12/20

Si viviera en Inglaterra, pongo por caso, hoy sería Boxing Day, es decir, el día de resaca festiva que sigue a la navidad. Este año ha caído en sábado, lo que hace que la inanidad que cabe esperar de un festivo sobreañadido a otro quede acentuada, incluso a pesar del hecho de que aquí no está institucionalizada la fiesta antedicha. Llevamos tres días, por así decirlo, de fiesta asordinada: se nota en el silencio circundante, que es el de las primeras horas de la mañana de cualquier domingo, o el que dura casi hasta el mediodía en los festivos con víspera señalada, como Año Nuevo, por ejemplo. Y es una sensación rara, que puede tener su explicación -las restricciones impuestas por las autoridades con motivo de la pandemia-, pero que, de todos modos, se percibe como una anomalía que pesa sobre el ánimo. Hemos hecho lo posible por sobrellevarla del mejor modo posible. 

Ayer fuimos a pasear por el carril que se adentra en las marismas en dirección a la isla del Trocadero, hasta llegar a una especie de puerto pesquero precedido por un poblado de chabolas en las que quienes atracan su barca allí guardan sus enseres o tienen una especie de caseta de recreo. Había actividad en esas casetas: tanto, que una de ellas nos pareció un bar abierto al público. En otras, en cambio, los gatos dormitaban al sol en los porches desiertos. 

Al sol nos sentamos nosotros, en el embarcadero, desde donde hice unos bocetos del entorno. Luego volvimos a donde el coche, que habíamos dejado a mitad de camino, por tal de hacer el último tramo a pie, y también por ahorrarles a los neumáticos y amortiguadores un tramo del accidentado carril, lleno de charcos y badenes. Había amanecido con niebla y se podía decir que, aunque ya había despejado, en el aire persistía una especie de filtro algodonoso, que suavizaba las crudezas que cabía esperar de la media mañana ya a pleno sol. Las charcas y los esteros reverberaban, y todas esas notas de luz atenuada y silencio expandido en una especie de clamor en contención acentuaban la impresión inicial, la nota dominante de estos días, como de inminencia de algo que no acaba de llegar, y que incluso es posible que no llegue, pero que de todos modos nos mantiene a todos en vilo...

Días que son sólo anticipo o eco.

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